Pocas experiencias personales son comparables a las vividas por quienes tienen que huir de su país, expulsados por la violencia o la guerra; este hecho comporta casi siempre una urgente necesidad de comunicar, de explicar las propias vivencias y alimentarse de los pensamientos de otros.
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Los catalanes que llegaron a México tras la guerra del 1936 son un buen testimonio. Decenas de revistas en catalán, centenares de libros editados e inéditos, además de miles de cololaboraciones en la prensa cultural mexicana, muestran su pasión por la letra impresa, como si las palabras fueran la última atadura que los mantenía unidos a todo aquello que habían sido y amaban, simbolizado en un nombre repetido una y otra vez: Cataluña.

Su obra literaria en México y gran parte de su vida de exiliados fueron recordatorio y homenaje al país de origen -esta es la razón del título con que encabezamos este espacio virtual, palabras prestadas de la Oda a Catalunya desde los trópicos de Agustí Bartra (1940).

Hoy -cuando las generaciones más jóvenes demandan una revisión desprejuiciada de nuestra memoria histórica inmediata- queremos agradecer, a todos aquellos que se denominaban a sí mismos "catalanes de México", su autoexigencia y su compromiso, el magisterio y la huella que han dejado en nuestra cultura. Y queremos hacerlo de la mejor manera que sabemos: invitando a todo el mundo a leerlos y releerlos.

Este espacio antológico que presentamos -sólo una primera selección que se irá completando con la aportación de mexicanos y catalanes si sabemos atravesar los puentes de doble dirección iniciados hace décadas- es, pues, una invitación. Invitación al descubrimiento y al reencuentro; invitación al placer de escuchar unas voces que nunca han estado calladas.

Teresa Fèrriz Roure