Palabras de Opoton el Viejo (1968), de Avel·lí Artís-Gener
Novela de Avel·lí Artís-Gener, elaborada en México, que requirió un enorme trabajo de documentación histórica y antropológica y que ha sido considerada por la crítica como su obra maestra por su artificio lingüístico y estructural. Es una subversión de la crónica de la conquista de América porque narra el "descubrimiento" a la inversa, es decir, son los aztecas quienes por motivos religiosos, en 1489, llegan a Galicia. Ahora bien, no se trata sólo de una excelente parodia temática y estilística de las crónicas, sino que construye de forma ingeniosa un texto humorístico e irónico que le sirve para hablar de la situación catalana a través del pueblo mexicano. Se sirve de dos niveles narrativos muy bien interrelacionados para dar verosimilitud al relato y dejar margen a la ironía. El primero es el narrador editor, que se presenta como el encargado de traducir al catalán el texto escrito en náhuatl y que pide al lector occidental, que leerá esta adaptación, su complicidad. En el segundo nivel cede la palabra a Opoton, un viejo azteca alfarero, que fue testigo del descubrimiento de la Península Ibérica, y que ya viejo decide escribir estos hechos basándose en el recuerdo. A fin de hacerlo creíble, el texto está lleno de repeticiones, arcaísmos, elisiones y dudas que el editor intenta clarificar con notas a pie de página o con el uso de paréntesis; sin embargo, a medida que avanza el relato, la calidad de la prosa mejora y el narrador se muestra más atento a la etimología y la retórica. Esta preocupación por la lengua no es gratuita, se basa en la teoría que el lenguaje limita nuestro mundo y al mismo tiempo es lo que nos permite conocerlo. El autor, por medio de esta construcción lingüística, nos quiere ofrecer la otra cara de la historia y lo hace a través del cambio del punto de vista narrativo: intenta explicar la vida y las costumbres gallegas desde el prisma de la cultura azteca, lo que los muestra ridículos y absurdos. De esta forma, con una buena dosis de ironía y sarcasmo, relativiza las verdades absolutas y condena la imposición de unos pueblos sobre los otros.

(Nou diccionari 62 de la literatura catalana)

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Se ha escrito...
Y es, precisamente, a partir de estas potencialidades de fabulación, edificadas por un escenario yuxtapuesto al mito, como Avel·lí Artís-Gener crea Palabras de Opoton el Viejo (1968), una especie de "Crónica de Indias" a la inversa. En esta novela, el contacto entre el Nuevo Mundo y el Viejo se remite a un origen ficticio, mediante unos supuestos papeles redactados en el siglo XVI por Opoton, un aventurero y cronista azteca que participó, representa, en el descubrimiento de la Península Ibérica (y, por tanto, del continente europeo). Reflexión inteligente sobre el centrismo de los universos culturales, parodia del "descubrimiento" (mal denominado así, según el manuscrito pretextual, ya que "nada estaba tapado y vete a saber por qué se sale con descubrir") y crítica intencionada de la historia, esta fábula de los indios, atónitos ante las costumbres primitivas de los hombres pálidos, proporciona otra versión del contraste entre civilizaciones, basada en un higiénico cambio de punto de vista.

Maria Campillo, "L'experiència de l'exili i la prosa" en Glòria Bordons y Jaume Subirana (eds.). Literatura catalana contemporània (Barcelona, Ediuoc y Proa, 1999)


Palabras de Opoton el Viejo es el libro de México, la declaración de amor a México. A través de Opoton (que podría ser un Tísner travieso), se nos cuenta la historia de un descubrimiento al revés, de los indios que descubren Europa, Galicia para ser más exactos. Es un libro lleno de ternura y de sentido del humor, ágil y fresco, pero no frívolo ni simple. Hay una cantidad ingente de bibliografía consultada por el autor que, no obstante, la sabe esconder con maestría. Por eso es un libro extraordinario, cuya lectura recomiendo.

Maria Antònia Oliver, "Avel·lí Artís-Gener, Tísner", Serra d'Or, nº 359 (noviembre 1989)


El exilio, sin embargo, se puede considerar un largo paréntesis durante el que no hizo sino incrementar sus convicciones morales aplicables a su entorno y a la misma historia. En este sentido, Palabras de Opoton el Viejo es el homenaje a México, la tierra que lo acogió y que, buscando paralelismos con el caso catalán, vio como su cultura fue subyugada por los españoles en un momento dado de la historia. Es el llamado "descubrimiento" y que Tísner renombró como un "encuentro", una teoría perfectamente explicada en el prólogo de su libro: "Nuestro primer contacto con las civilizaciones americanas –con la voz de la experiencia puedo hablar concretamente de la mexicana– da idea de una enorme subversión de valores, pero solamente es aparente. En realidad, entra en juego nuestro rudimentario bagaje, demasiado lleno de recargada verticalidad, y provoca una serie de inadvertidas inhibiciones. Y cuando hacemos el esfuerzo de liberarnos del prejuicio descubrimos que contra el fisgoneo occidental de América ha construido el muro del estupor. E incluso de la náusea. Hasta mucho más tarde no nos damos cuenta de la licitud del sistema defensivo. Los primeros encuentros, bajo el signo de la mezquindad, suelen ser desoladores y nos hacen aplicar llenos de benevolencia el calificativo de bárbaro a diestro y siniestro. Nosotros, crema de la civilización, observamos desde arriba de nuestra peana como pulula esa chusma. Pero merece la pena dejar en un rincón la casaca, hacer el esfuerzo de subirnos al muro, quedarnos en él despatarrados y observar un rato el otro lado (recomiendo, especialmente, la lectura de Laurette Séjourné) porque, vencida esa náusea inicial, la empresa se vuelve fuertemente recompensada".

David Escamilla y Jordi Finestres. L'univers Tísner. 1912-2000: gairebé un segle (Barcelona, Angle Editorial, 2001)


El uso inteligente de los paratextos y un notabilísimo trabajo estilístico hacen de la verosimilitud uno de los grandes logros de esta espectacular novela de historia ficción, fruto de una planificación calculada al milímetro para no caer nunca en el panfleto.

Palabras de Opoton el Viejo se inscribe en el género especulativo del apócrifo con una escritura poderosa y una gran capacidad de resolución. Dos traducciones al español –la primera, nefasta, de Angelina Gatell (Ediciones 29, 1977) y la segunda del propio Tísner en 1967 (Siglo XXI, 1992)– han permitido que algunos lectores iberoamericanos conozcan una de las mejores novelas catalanas del siglo XX.

Màrius Serra, "Tísner, hombre de letras", En recuerdo de Tísner. Semblanza (Zapopan, El Colegio de Jalisco, 2001)


El catalán coincide con la aventura durísima del autor latinoamericano de la época que intenta explicarse cuál es su cultura, cuál es su realidad, cuál es el papel de la literatura, e intenta crear una obra propia en el concierto del mundo. La aceptación del mestizaje cultural y, al mismo tiempo, la demostración de una identidad, el rechazo del colonialismo moderno, una vez asumido el mestizaje, la voluntad de conquistar una voz personal a pesar del fracaso, de describir, de transformar mediante la escritura, de reinventar o de distorsionar como caminos de salida ante una realidad que se rechaza o que no se puede llegar a comprender, son actitudes que el escritor catalán puede asimilar muy bien. Puede creer muy bien que son las suyas [...].

Así pues, el universo ficcional que organiza Opoton es, al fin y al cabo, un universo lingüístico que intenta encontrar el uso justo y preciso de los términos que puedan explicar la complejidad de los numerosos mundos de referencia, contextos e ideologías que han jugado en la aventura del Descubrimiento. Una aventura que empieza cada vez que alguien, por los motivos que sea, se adentra en los ámbitos de otra tierra, de otra lengua, de otro mundo. El juego de lectura que propone la novela de Avel·lí Artís-Gener con Palabras de Opoton el Viejo es un juego amenísimo, repleto de cultura, de respeto y de humanidad. Su fantasía alimenta el imaginario colectivo catalán con una serie de personajes que merecen figurar entre nuestros protagonistas literarios más ilustres. La crítica no se tendría que preocupar más en querer clasificar la novela: pertenece, tal como decía el escritor, a la Biblioteca de Babel.

Margarita Aritzeta, "Opòton el Vell, o l'intent de comprendre" en Tísner. Miscel·lània d'homenatge (Barcelona, Abadia de Montserrat, 1996)


El autor ha escrito...
–¿Cuál es el proceso de génesis de esta crónica de la conquista inversa que es Palabras de Opoton el Viejo?
–El proceso está claro. Es el nacionalista catalán que tiene unas ganas tremendas de escribir algo demoledor contra España sin nombrarla. Pertenezco a un país ocupado militarmente. Por lo tanto, el libro tiene una finalidad política tremenda, pero si eso fuera literal sería un panfleto, y yo no puedo hacer literatura panfletaria porque no se corresponde con mi talante. Entonces me invento la travesura. La conquista al revés. Rafael Tasis, que leyó la novela antes que nadie, me comentó que los aztecas tenían que llegar a Catalunya porque sería una coña muy buena. Y yo le dije que justamente por eso no les haría llegar. No pretendía hacer ningún tipo de coña. Quería hacer algo serio. No quería hacer una novela antihispánica, sino condenar la ocupación de los pueblos por las armas. Era un libro que, además, tenía que pasar la censura franquista. Este hecho condicionó mucho su redacción [...]

Tísner en Màrius Serra, "La ena de Tísner", Cultura, nº 37 (septiembre 1992)

–Tú siempre has demostrado un gran amor por México, la tierra que te acogió. Y Palabras de Opoton el Viejo, pues, sería la novela de México.

–Le tengo mucho cariño a esta novela. Tiene la gracia que me inventé la conquista al revés. Y el mérito de la documentación que tuve que hacer para escribirla. Piensa que nunca había estado en Galicia y que tuve que trabajar mucho para hacer verosímil el viaje de Opoton por tierras gallegas. De todos modos, yo creo que su mérito principal es la travesura.

Tísner en Jaume Fuster, "Avel·lí Artís-Gener, un home del Renaixement", Tísner. Miscel·lània d'homenatge (Barcelona, Abadia de Montserrat, 1996)

Cuando yo me muera, quedará una cosa por la que podré ser recordado: las Palabras de Opoton el Viejo. Quizás por las demás cosas no, pero las Paraules sí, ¿verdad?

Testimonio de Tísner a Maria-Antònia Oliver recogido en "De Tisner", En recuerdo de Tísner. Semblanza (Zapopan, El Colegio de Jalisco, 2002)


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